Può solo diventare un inferno una Chiesa in cui ogni singolo caso diventa legge a se stesso- Sólo puede convertirse en un infierno una Iglesia en la cual cada caso llega a ser una ley para sì mismo

Alessandro Gnocchi spiega che "c’è stato anche chi ha scoperto che nell’intero documento votato dai padri sinodali non si parla mai di “comunione” ai divorziati risposati. E questa trovata è persino più comica delle altre perché basta leggere il punto 84 del documento, dove si dice: “La logica dell’integrazione è la chiave del loro accompagnamento pastorale, perché non soltanto sappiano che appartengono al Corpo di Cristo che è la Chiesa, ma ne possano avere una gioiosa e feconda esperienza. Sono battezzati, sono fratelli e sorelle, lo Spirito Santo riversa in loro doni e carismi per il bene di tutti. La loro partecipazione può esprimersi in diversi servizi ecclesiali: occorre perciò discernere quali delle diverse forme di esclusione attualmente praticate in ambito liturgico, pastorale, educativo e istituzionale possano essere superate. Essi non solo non devono sentirsi scomunicati, ma possono vivere e maturare come membra vive della Chiesa, sentendola come una madre che li accoglie sempre, si prende cura di loro con affetto e li incoraggia nel cammino della vita e del Vangelo”.

"... A beneficio di chi non ha studiato il catechismo e cerca di spiegarlo agli altri, questo significa: comunione. Le “membra vive” della Chiesa sono quelle in stato di grazie che, proprio per questo, possono comunicarsi.

[…] Perché può solo diventare un inferno una Chiesa in cui ogni singolo caso (oggi i divorziati risposati, domani chissà cos’altro) diventa legge a se stesso. Una Chiesa in cui, “caso per caso”, ognuno decide della propria innocenza. Una Chiesa, di fatto, senza legge. Il disegno demoniaco non è quello di una Chiesa in cui l’ordine dei princìpi, e quindi delle leggi, sia invertito, ma una Chiesa in cui l’ordine non esiste".

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Señala el periodista italiano Alessandro Gnocchi, que en realidad el Sínodo logró su objetivo, y en la Relatio final del Sínodo mismo se habla de Comunión, porque hay que leer muy bien el n. 84 de la misma Relatio, en particular donde se menciona que los divorciados vueltos a casar son “MIEMBROS VIVOS” de la Iglesia; “miembros vivos” significa, según Catecismo de la Iglesia Católica, personas que en estado de gracia pueden Comulgar.


84. […] La lógica de la integración es la clave de su acompañamiento pastoral, para que no solo sepan que pertenecen al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, sino para que puedan tener una feliz y fecunda experiencia de ella. Son bautizados, son hermanos y hermanas, el Espíritu Santo derrama en ellos dones y carismas para el bien de todos. Su participación puede expresarse en diversos servicios eclesiales: es necesario por ello discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas. Ellos no están y no deben sentirse excomulgados, y pueden vivir y madurar como MIEMBROS VIVOS de la Iglesia, sintiéndola como una madre que los acoge siempre, los cuida con afecto y los alienta en el camino de la vida y del Evangelio.


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“… sólo puede convertirse en un infierno una Iglesia en la cual cada caso (hoy los divorciados vueltos a casar, mañana quizás otra cosa) llega a ser una ley para sì mismo. Una Iglesia en la cual “caso por caso”, cada uno decide de su propia inocencia. Una Iglesia, de hecho, sin ley. El plan demoníaco no es aquello de una Iglesia en la cual el orden de los principios, y por tanto de las leyes, sea alterado, sino una Iglesia en la cual el orden non existe.”


“Una Iglesia del “caso por caso” se convertiría inmediatamente incapaz de hablar a los hombres, porque se volvería en una Babel en la cual cada uno usa su propia lengua, reflejo de sus propios valores. Llegaría a ser el lugar infernal en el cual las palabras no dicen nada más, porque nadie, excepto quien las pronuncia, comprendería el significado. Se asemeja terriblemente al infierno así como el demonio lo describe en el “Doktor Faustus” de Thomas Mann.”

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